lunes, 17 de julio de 2017

LA GUERRA DEL OPIO

Como señalamos en nuestra primera publicación sobre “Aldea Global”, en plena época colonial, en la que se percibía a Oriente desde Europa como un gran territorio por explotar, asistimos a las primeras muestras de despertar oriental (Guerras del Opio, Rebelión de los Cipayos o Rebelión Bóxer), en un intento por consolidarse como territorios independientes (aunque principalmente en lo económico) de Occidente.
Por los tanto en las tres próximas entregas incluyendo esta, para una mejor comprensión de lo que nos proponemos, vamos a hacer igual número de reseñas de lo que fueron y significaron la “Guerra del opio”, “La rebelión de los cipayos” y la “Rebelión de los boxter.
La Guerra del Opio fue un conflicto que mantuvieron China y Gran Bretaña entre los años 1839 y 1842. La conflagración fue por la introducción en China del opio cultivado en la India y comercializado por la compañía británica de las Indias Orientales, administradora de la India.
Destrucción de barcos chinos por parte de la armada imperial británica
Esta sustancia  constituía una importante fuente de ingresos para los británicos y servía para equilibrar su balanza de pagos con China al compensar el gasto de las ingentes cantidades de té chino que Gran Bretaña importaba.
El comercio del opio fue rechazado y prohibido por el gobierno chino. La puesta en práctica de la abolición recayó sobre el comisionado imperial Lin Zexu.
Los emisarios enviados por los comerciantes británicos e indios quejándose por el quebranto que tal prohibición causaba a sus intereses decidieron a la Corona británica a enviar una flota de guerra que finalmente derrotó a la China.
Como consecuencia de este descalabro el emperador chino hubo de firmar el Tratado de Nanking, por el que se obligaba a China al libre comercio -el del opio incluido- con Inglaterra, a través de cinco puertos (el más importante de ellos Cantón) así como a la cesión de la isla de Hong Kong durante 150 años.
Este conflicto y su resolución a favor de la potencia imperialista británica facilitó la irrupción en el escenario de otras potencias como Estados Unidos, Francia y Rusia que forzaron a China a firmar diversos convenios que han recibido la denominación de “Tratados Desiguales”. Como consecuencia de ellos, en 1860 China se vio apremiada a abrir otros once puertos al comercio exterior con el correspondiente menoscabo de su soberanía. La impotencia china para conservar su independencia frente a las potencias imperialistas se acentuó aún más tras la derrota frente a Japón (1894-1895), que le costó importantes pérdidas territoriales, así como a raíz de la sublevación de los bóxers en 1900.

Ya para inicios del siglo XIX el consumo de opio dentro de la población bajaba los niveles de producción, dejaba totalmente inactivos a los que los consumían y era factor de decadencia social. El consumo habia llegado a nivel tan preocupante que el Emperador Daoguang ordeno a Lin Hse Tsu que combatiera rápidamente esta plaga, y este respondió quemando más de veinte mil cajas de opio de los almacenes británicos de Canton. Luego de esto Lin Hse Tsu le envía una carta a la Reina Victoria de Inglaterra explicándole la prohibición del comercio del opio en China, la carta nunca llega a sus manos y poco después estalla de guerra del opio.

La Reina Victoria de Inglaterra
Debido a que el comercio con China era complicado, pues las naciones occidentales no poseían nada de valor para intercambiar, se empezaron a buscar distintos métodos, entre ellos la venta de drogas y adictivos a la población. Para 1839, el opio surtido por Estados Unidos, Reino Unido y Francia había alcanzado a los campesinos aislados y los obreros gastaban 2/3 de sus ganancias en mantener su adicción. Ante esto, el emperador chino prohibió el opio y expulsó a los comerciantes británicos, que al llegar a Londres se quejaron ante el gobierno británico, el cual decidió atacar a China con su poderosa flota para obligarla a comprar el opio cultivado en la India británica.

FIRMA DEL TRATADO DE NANKÍN
Las tropas chinas no pudieron hacer frente a los británicos, se rindieron ante ellos, y China tuvo que aceptar la rendición con la firma del Tratado de Nankín. El tratado se firmó el año de 1842 y estipulaba el fin de la Primera guerra del Opio. Con él, China cedía la isla de Hong Kong al Reino Unido y aceptaba la apertura de sus puertos al comercio internacional.
La apertura de china al comercio exterior era el propósito principal del tratado.
La dinastía Qing se vio obligada a pagar 21 millones de dólares en compensación por los gastos de la guerra y el cargamento de opio quemado en 1839 por Lin Hse Tsuy.
China debió liberar a los prisioneros de guerra británicos y conceder la amnistía a los chinos que ayudaran al gobierno inglés.
El 1 de julio de 1997 Hong Kong fue devuelto a China (150 años después de la firma del tratado).
El comisionado imperial Lin Zexu.
EXPANSIONISMO IMPERIALISTA
En la década de 1850 se vio un rápido crecimiento del imperialismo.  Algunos objetivos compartidos entre las potencias occidentales incluían expandir sus mercados ultramarinos y establecer nuevos puertos de escala.
Tanto el acuerdo francés conocido como Tratado de Huangpu, como el pacto estadounidense llamado Tratado de Wangxia contenían cláusulas que permitían la renegociación de dichos tratados después de doce años. En un esfuerzo de expandir sus territorios en China, el Reino Unido pidió a las autoridades de la dinastía Qing renegociar lo acordado en el Tratado de Nankín, en 1842, citado anteriormente.
 La impotencia china para conservar su independencia frente a las potencias imperialistas se acentuó aún más tras la derrota frente a Japón (1894-1895), que le costó importantes pérdidas territoriales.
Fuentes: Claseshistoria.com, Ecured.cu, Wilkipedia.org

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