PORQUE SOMOS ALDEA GLOBAL
El mundo dejó de ser un planeta donde cada país marchaba de forma
independiente, manteniendo sus costumbres, sus intereses y su idiosincrasia y
hasta su propia soberanía. Después de la II Guerra Mundial y de la Guerra Fría,
un grupo de naciones acordaron suscribir convenios, abriendo sus fronteras, intercambiando su
cultura y colaborando unas a otras en su desarrollo económico. Comienza aquí la
decadencia de los nacionalismos y se abren a un proceso de globalización. A
nivel internacional y en las redes sociales se le llama a la Tierra “La Aldea
Global”.
Nuestro universo es global. Sus retos colectivos se hallan inmersos en
los problemas económicos, energéticos tecnológicos, políticos y de otra índole
a fin de definir un mundo mejor.
Desde este Blogger “Aldea Global con Jairo Pardey Arrieta”, pretendemos ayudar a comprender las estrategias
que muchas naciones utilizan para integrarse más a la globalización e informar
sobre lo que ocurre en diversas naciones, muchas de ellas olvidadas por la
comunidad internacional.
Para ello, estudiaremos las grandes tendencias que vivimos, como el auge
de las clases medias o la revolución energética; desglosaremos los riesgos
económicos, políticos y de seguridad que nos acechan; y dibujaremos un
escenario de futuro en el que un modelo de gobernanza global sea capaz de
responder a los retos colectivos que nos acechan. Informaremos igualmente sobre
los hechos que ocurren en los diversos países y daremos a conocer muchas
naciones que aparecen en el olvido de la comunidad internacional.
Los analistas han reseñado que
a lo largo de la historia hemos asistido a la configuración de diversos
escenarios espaciales donde se han ido forjando diversos imperios y culturas
que han conformado el desarrollo de las comunidades humanas. Desde el comienzo
de la historia, podemos ver como esos escenarios se fueron desplazando desde
grandes cuencas fluviales (iniciándose en Mesopotamia y el Nilo) a las primeras
culturas marítimas (griegos y fenicios). Esta evolución supuso el nacimiento de
lo que hoy conocemos como civilización occidental, surgida del auge del Imperio
Romano, instaurador de la cultura judeocristiana en Europa, de donde se
extenderá posteriormente a través de la época mercantilista y colonialista, y
por qué no decir de la
industrialización, hacia gran parte del mundo, especialmente hacia América. El
avance de toda esta evolución, que pretendemos analizar simplemente como “La
Historia” y que se ha centrado fundamentalmente en la evolución de la
civilización occidental, ha ignorado que, paralelamente, ha habido otras
culturas e imperios que han evolucionado en otros escenarios. Dichas culturas
se han relacionado con el mundo occidental durante breves períodos
intermitentes y no es hasta época moderna cuando las comenzamos a percibir como
parte del mundo.
Reseñan los historiadores que “la lejanía espacial entre Oriente y
Occidente provocó que ambas culturas convivieran en el mismo mundo
prácticamente sin saber la una de la existencia de la otra. La sociedad
occidental, aún hoy, no es plenamente consciente de la riqueza cultural e
histórica de Oriente. Cuando Europa se encontraba en plena Edad del Hierro,
China ya era un imperio consolidado bajo la dinastía Han e India llevaba varios
siglos acogiendo a la cultura védica.”
Tal sigue siendo nuestro
desconocimiento hacia Oriente que seguimos obviando que dos de los pilares
fundamentales del desarrollo occidental de la Edad Moderna, como son la pólvora
y la imprenta, ya eran dominados en Oriente desde varios siglos antes.
En plena época colonial, en la que se percibía a Oriente desde Europa
como un gran territorio por explotar, asistimos a las primeras muestras de
despertar oriental (Guerras del Opio, Rebelión de los Cipayos o Rebelión
Bóxer), en un intento por consolidarse como territorios independientes (aunque
principalmente en lo económico) de Occidente.
No es hasta después de la II Guerra Mundial cuando comenzamos a
percibir Oriente como algo más que un escenario de colonización. La
independencia de India en 1947, así como la creación de la República Popular
China en 1949 o el resurgimiento japonés como potencia industrial y económica,
suponen el lento despertar de este hemisferio para su conformación como eje
fundamental de la Geopolítica actual. Será uno de los principales teatros de
operaciones de la Guerra Fría, viviéndose algunos de sus episodios fundamentales,
como las Guerras de Corea y Vietnam y las incursiones militares en Afganistán e
Irak.
Los expertos en geopolítica global consideran que “mientras asistimos
a la creación de este segundo “Telón de Acero” en Oriente, la percepción
occidental no sería plenamente consciente de la evolución paralela que
experimenta la zona. El gran peso demográfico de la región no es percibido en
Occidente como una potencialidad hasta época reciente. A causa del grave atraso
socioeconómico generalizado en la región, esta potencialidad no ha jugado una
baza importante hasta que no se han superado los primeros obstáculos que
permitieran alcanzar sus actuales niveles de desarrollo”.
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