martes, 25 de julio de 2017

La rebelión de los bóxers. 1900
Resistencia china al imperialismo

En mayo de 1900 estalló en China la rebelión de los bóxers. Ocuparon Tientsing, puerta de entrada a Pekín, blandiendo lanzas coronadas con las cabezas de misioneros asesinados.
Aunque la rebelión fue centrada en Pekín, esta se extendió a las provincias del sur. El Gobierno promulgó un edicto por el que se prohibían las actividades de los bóxers, pero los informes indican que las tropas imperiales solían mezclarse con ellos.
Los bóxers ("boxeador", "púgil") constituían una sociedad secreta con connotaciones políticas, practicantes de artes marciales. Su objetivo era expulsar a los extranjeros de China. En 1899 emprendieron una campaña de terror por el norte del país que, inicialmente, se dirigió contra misioneros cristianos.
La rebelión de los bóxers fue la expresión del descontento chino frente a las injerencias económicas y políticas de las potencias europeas, evidenciadas a través de las "guerras del opio" contra G. Bretaña (1839-1842 y 1856-1860) y contra Japón (1894-1895).
A partir de junio, la revuelta estalló con fuerza, y los bóxers iniciaron un asedio de dos meses a las Embajadas en Pekín. Estados Unidos envió dos regimientos de infantería para apoyar a algunas de las tropas británicas, francesas, alemanas, japonesas, austriacas, rusas e italianas; y para establecer una fuerte presencia militar en el centro del Imperio chino. Pero para entonces ya había sido asesinado el embajador alemán Ketteler. La amenaza bóxer se había extendido por todas partes. Las potencias subestimaron el tamaño de sus ejércitos. Se cree que solo en el área de Pekín contaban con más de 360.000 soldados. Por ello llegaron a Pekín refuerzos de contingentes de soldados estadounidenses, rusos, franceses, italianos y japoneses.
La Corona China, en manos de la emperatriz Ci Xi, alentó encubiertamente a los rebeldes; la derrota puso en tela de juicio el papel ejercido por la dinastía manchú y precipitó su caída del último emperador.
Las disputas entre Gran Bretaña y China, comenzaron con la Primera Guerra del Opio, por la que el Gobierno chino quería ilegalizar el negocio con dicha droga. Por el contrario, el gobierno británico se negaba a abandonar el tráfico y la producción de opio, ya que para ellos representaba una gran fuente de ingresos, por lo que tras varios enfrentamientos, el ejército chino fue derrotado, y además Gran Bretaña exigió varias condiciones de victoria: cesión perpetua de la isla de Hong Kong a los británicos y permiso de comercialización del opio. Pero éste no fue el último golpe que sufrió el pueblo chino en su orgullo, ya que tanto rusos, como franceses y japoneses (contra éstos últimos perdió otra guerra, en 1895), fueron aumentando su influencia y presencia en suelo chino.
Esta serie de sucesos, fueron vistos por el pueblo chino como una auténtica ofensa, en especial, debido a la pérdida continua de territorios que eran propios y que paulatinamente, pasaban a estar en manos de los extranjeros a los que tanto despreciaban.
El final de esta rebelión se produjo el 7 de septiembre de 1901 cuando la Dinastía Qing aceptó la firma de un nuevo tratado, el Tratado de Xinchou o “Protocolo Bóxer” desfavorable a los intereses del pueblo chino, y que favorecía a las potencias extranjeras. Entre otras cosas contemplaba:
1.-Indemnizaciones y penas de muerte por decapitación para los miembros de la “comunidad xenófoba”.
2.-Las tropas extranjeras dejaron guarniciones militares desde Pekín hasta el mar.
3.-Los exámenes del servicio civil fueron suspendidos durante cinco años.
4.-El Reino Unido y Alemania aumentaron respectivamente en cuatro y diez sus posesiones en China.


Internacionalmente, el prestigio de China llegó a su punto más bajo. La indemnización consumía la mitad del producto nacional, perjudicando su precaria soberanía y marcando el inicio del fin de la dinastía Qing. La derrota puso en tela de juicio el papel ejercido por la dinastía manchú y precipitó su caída en 1911, siendo proclamada la República China.

2 comentarios:

  1. Tarde o temprano los pueblos oprimidos cobran justicia a los regimenes totalitarios.

    ResponderBorrar
  2. Esta justicia puede ser cruel y desmedida; puede desatar los peores demonios.

    ResponderBorrar